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Viaje a La Fila. Por: María Camila Forero Ramos

"Nacimos para vencer y no para ser vencidos": Fidel Castro

¿Cómo será visitar un lugar en el que se encuentran cientos de personas pertenecientes a las FARC.-EP? Que llevan en su conciencia y en cada órgano que los compone, historias que han cambiado la ruta de la sociedad colombiana y que sin lugar a dudas, han sido catalogados como perpetradores, victimarios que han destrozado y acabado con la vida de miles de personas que en muchos casos, no tenían nada que ver con esa guerra que ha penetrado cada rincón del territorio colombiano.

Ring, ring… Sonó la alarma a las 6:30 de la mañana y como cosa rara, la pospuse ''cinco minuticos más'' pero.. no volví a escucharla. Si no hubiera sido por el profesor Andrés que me llamó una hora más tarde, quizá el tiempo se hubiera quedado más corto que de costumbre para alistar la maleta que llevaría a la zona veredal de normalización, Antonio Nariño, ubicada en Icononzo, Tolima, uno de los municipios que fue, es y será un referente de la historia del conflicto armado colombiano.

Llegamos al terminal de transportes de Ibagué, donde nos concentramos con otra compañera, Zully, y tuvimos que abordar un bus que nos llevaría hasta Melgar. En el transcurso del viaje nos quedamos dormidos y cuando llegamos a Melgar, cogimos otro bus que nos llevaría hasta Icononzo, un recorrido de aproximadamente 45 minutos. La ruta es muy parecida a la de la vereda Veracruz, ubicada en Alvarado, Tolima. Muchas curvas, mucha subida y ante mis ojos, un paisaje precioso que es testigo de la historia de Icononzo. Cuando llegamos almorzamos y le preguntamos a la señora que nos atendió en aquel restaurante, la dirección para llegar a la vereda la Fila, lugar donde nos esperaba Valentina Beltrán, una mujer fariana de aproximadamente unos 35 años de edad, a quien contactamos días anteriores gracias a un amigo del profesor Andrés que meses atrás, ya había visitado dicha zona de normalización.

 

Empezamos a caminar pensando que el trayecto no duraría más de 30 minutos… La maleta estaba pesada, el sol pegaba fuerte y le preguntamos a dos personas que pasaron mientras caminábamos cuánto nos faltaba para llegara la Fila. ''Están cerquita nos decían''. Pasó hora y media, y nada que veíamos el campamento, llegamos a un puesto de policía y nos dijeron que aún estábamos lejos. Que nos faltaban por ahí dos horas de camino. ''Pues hay que hacerle, dijo el profesor'', mientras Zullly y yo nos mirábamos y pensábamos en que no queríamos caminar más.

Caminamos otros 20 minutos hasta que pasó un carro y le hicimos un pare, ''mochileamos'', como dirían las personas acostumbradas a viajar y a parar carros durante la carretera. Nos acercaron unos 15 minutos porque iban para otra dirección, así que lo único que nos tocaba hacer, era seguir caminando. Pasó una camioneta 4x4 y le pedimos el favor de que nos acercara, afortunadamente, el señor que nos recogió es un ingeniero que trabaja en la zona veredal de normalización, construyendo las casas de los re-insertados. En carro nos demoramos casi 30 minutos subiendo, ¿a pie cuánto nos hubiéramos tardado?

Al llegar lo primero que vimos fue una tienda comunitaria, donde las personas de las FARC juegan tejo, toman cerveza, escuchan música, comparten…Se encuentran sin armas, como posiblemente uno jamás imaginó verlos. Preguntamos por Valentina Beltrán quien nos estaba esperando en el restaurante de la zona veredal, para tener la primera reunión y comentarle cuál es el trabajo de investigación que queremos realizar con su comunidad. Una sudadera, botas pantaneras y una blusa rosada, era su vestimenta en ese momento. Nos recibió con una sonrisa y con su hija Sara, a quien pudo tener después de que se calmara el conflicto.

Allí, se desayuna a las 7:30 de la mañana, se almuerza a las 11:30 y se come a las 16:00 horas, hábitos que adquirieron durante la guerra, según cuenta Valentina.

Ella sabe de comunicación, o por lo menos conoce los nombres de varios autores, como por ejemplo Falls Borda. También, mencionó el enfoque que le gusta tener en cuenta en las investigaciones que le proponen, ‘’la investigación acción participativa’’, (IAP). Habló de autonomía, de acompañamiento, de tejido social, de programas de reincorporación, de pedagogía, de convalidación de saberes, de sensibilización, lo que me hace entender el por qué la consideran como la líder o camarada educativa de la zona. Así mismo, manifestó el interés que tienen por aprender a realizar documentales ''para nosotros y desde nosotros'', porque según ella, los medios de comunicación solo utilizan a las comunidades para buscar la información que necesitan.

Son casi 200 personas las que se encuentran viviendo en esta zona veredal y hasta hace tres meses, fue que se empezó la construcción del campamento como tal. Tanto el Gobierno como las FARC, tenían una incertidumbre frente al proceso debido a la tardanza de la implementación de los acuerdos de paz, pero igual, Valentina entiende que es un proceso a largo tiempo, complicado, en el que la paciencia no debe perderse. La UNAD, (Universidad Nacional Abierta y a Distancia Colombia), es la encargada de realizar la convalidación de saberes (primaria y bachillerato), muchos de ellos están entre los grados noveno y once. Algunos ven temáticas de conjuntos, de química, de física, que según Valentina, se les hace difícil, porque lo que han aprendido ha sido en la práctica, no desde la teoría.

Aquí hacen de todo, hay oficiales de servicio que son quienes agendan las tareas del día con los nombres de los encargados, hay ecónomos, enfermeros, reporteros, médicos alternativos que hacen cirugías fuertes, pero sin conocimientos técnicos, pues lo que saben lo adquirieron desde la práctica, en el monte. Valentina propone resolver y transformar el entorno pero desde el análisis del sistema de formación educativo para evaluarlo, ‘’aprender pero de otras formas’’. Nos contó que de las 200 personas hay 11 de su comunidad que están listos para irse a estudiar medicina en Cuba; 40 que quieren estudiar una profesión, ''porque toca''; el otro restante quiere hacer técnicos y hay otro porcentaje que no quiere estudiar pero sí trabajar.

Hay muchos de sus ''camaradas'' que por cuestiones de la guerra perdieron el rastro de sus hijos, tuvieron que dejarlos con familiares, en el Bienestar Familiar, otros, también están desaparecidos.En la Fila, ya se han construido programas de apoyo pero desde las iniciativas de la comunidad misma, como por ejemplo: Montaña magia, enfocado hacia los niños y las niñas de la zona veredal. También se encuentra la Escuela de arte, que está compuesta por 30 personas y que tiene como objetivo potenciar gustos, sueños, sistematización de la memoria y habilidades de tejidos manuales como las manillas, construcción de hamacas, trabajo con madera, danza (rap y folclore), y el teatro, que se hace desde lo colectivo pero con personas que los orientan. Por otro lado, aparece la Biblioteca, que posee alrededor de 400 libros, que han sido recolectados por las personas de la zona veredal.

Nos quedamos en la recepción, un lugar en el que se encuentran alrededor de 18 camas y donde duermen las personas que van a visitar la zona veredal. Conocimos a una niña de la Universidad de los Andes, que también se llama Valentina y que está haciendo el trabajo de grado de Antropología y se encuentra viviendo en la Fila, desde hace aproximadamente mes y medio. Junto con ella, un profesor de artes, el profesor Andrés, Zully y yo, dibujamos un mural del Che-Guevara y Fidel Castro, con una frase de este personaje último que dice: ''Que sepan los nacidos y los que están por nacer, que nacimos para vencer y no para ser vencidos''.

Todos tienen celulares pero hasta hace poco tiempo, porque como manifiesta Valentina, ''antes eran bombas de tiempo'', además, en este momento hay 17 mujeres en proceso de gestación. Valentina, mujer fariana, hace un llamado al reconocimiento, manifestando la siguiente frase: ''No dejo de ser quien soy'', pero lo menciona enfocando la parte interior. También afirma que ''no se debe desconocer el pasado, no es borrón y cuenta nueva, hay que recuperar y reconstruir la memoria, conversar con la sociedad'' y generar procesos que involucren y fortalezcan la identidad.

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