Cesar Loaiza: La voz del indio a través de rimas
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Por: Diego Castillo Peláez.
Tarde de martes y las calles de la ciudad de Ibagué se encontraban llenas de automóviles. El ruido de los vehículos acomodados avisaba que los semáforos habían cambiado. El color verde permitió a los autos avanzar. Algunos lentamente, otros apresuradamente, e incluso algún demente se cruzaba sin mirar. El espectáculo simulaba una procesión lenta de colores y tamaños, si se cerraba los ojos parecían que los días fueran años. Todo era en verdad lento.
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Cuando el último de ellos logró pasar la calle sesenta, del otro lado, un hombre que aparentaba un poco más de treinta levantó su mano. Era Cesar Loaiza, mejor conocido como el indio pijao. Cesar levantaba la mano y como si fuéramos dos hermanos me saludó, de lejos me saludó. Abrió las rejas negras de su casa y al entrar en ella un olor a paella se podía percibir. Sin embargo la paella no fijó nuestra atención como si lo hicieron algunas fotografías en el salón. Varias fotos adornaban lo que parecía ser un garaje y Cesar le daba significado a todos sus mensajes. Mensajes que se encontraban en sus hazañas capturadas en fotografías con celebridades antañas. Algunas de ellas eran Carlos el pibe Valderrama, e incluso el famoso Ronaldo ex figura del real Madrid y de la selección nacional de Brasil. Entre otros.
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. _¡Bien pueda mírelas! _Cesar se sentía dichoso de sus paredes de recuerdos. _Son mi tesoro. De algunos de los viajes que he realizado cuando voy solo o acompañado, a darle apoyo al deportes Tolima. ¡Siga y siéntese, le cuento un poco sobre ello!
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Un sofá en la sala permitió la comodidad del entrevistado. Cesar se sentó, sacó su celular del bolsillo y observó que lo había apagado.
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_Esta es mi casa, bienvenido. ¿Qué desea saber?
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Ambos con las manos sobre las piernas, a partir de allí surgieron conversaciones de tabernas, donde las personas son más sinceras, más abiertas y ligeras. Como dos amigos que de antemano se conocieran. Cesar Habló sobre su vida con la mirada perdida, quizás sintió algo de pena.
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_ Como podrá darse cuenta soy hincha del deportes Tolima, el equipo Pijao al que he seguido durante mucho tiempo.
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Lo que decía Cesar tenia comprobación. Era amante del deportes Tolima con pasión. Pulseras y manillas en las manos, como un seguidor fiel de algún movimiento cristiano. La camiseta de su equipo dorado y vino tinto combinaban con su pantaloneta vino tinto y dorado. Sólo admitiendo la redundancia, la uniformidad de su uniforme evocaba la estética de lo que para muchos podría catalogarse como absurdo. Cesar, el indio pijao disfrutaba relajado.
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_ Antes fue difícil la aceptación del indio pijao incluso en el Tolima porque aquí hay personas que les gustan otros equipos y no han entendido que el futbol es para vivirlo. Creo que en Colombia el fútbol es algo pasional porque cuando estuvimos en Bolivia apoyando al Tolima, muchos colombianos que no eran hinchas iban a verlos jugar. Ellos apoyaron al equipo, porque entendían que no habían fronteras para las personas. El fútbol es para compartir. Terminó de contar sobre su personaje, su apoyo al equipo durante los viajes y las anécdotas que encontraba en cada uno de los peajes. Solía salir en su camioneta a recorrer el País a lugares como Cali donde la gente dice “Oís” e incluso hacía la Costa el indio fue a dar para al deportes Tolima su apoyo brindar. Luego de contar sobre sus viajes el Indio contó sobre sus personajes, aquellos que le gustaría ver con anticipo jugando nuevamente para su equipo.
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_Yo si quisiera que volviera Darwin Quintero, él es el que está jugando en el América de México y como no que Chará. Es que todos esos jugadores que estan haciendo historia salieron de acá. Cristian Marrugo También. Aquí el problema desafortunadamente para el hincha, es algo que no entienden muchos, es que para sostener el equipo se deben vender al menos dos jugadores por temporada. Aquí no se puede como quiere mucha gente, mimar al jugador y tenerlo hasta los noventa, porque el fútbol es un negocio.
Terminó de hablar con una fuerte entonación, sus ojos y sus manos reflejaban cierta convicción de ver a aquellos jugadores de nuevo en el equipo, para llevarlo hasta la gloria donde quedase en la memoria que el deportes Tolima volvería hacer historia.
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_Eso vale mucho, es difícil mantener a tantos jugadores y por eso en cada año, los mejores jugadores de las dos temporadas se van. Lo bueno serpia que si se fueran el equipo siguiera siendo campeón. Pero cuando ellos salen del equipo, no volvemos a tener título y queda uno iniciado. Al dar su respuesta, su celular sobre la mesa timbró. Tres veces timbró. El indio no hizo caso alguno, estaba concentrado y no quería un imprevisto inoportuno que alterara la entrevista. Simulaba con sus ojos el tratar de revisar aquel mensaje, pero se despreocupó para seguir hablando sin preocuparse cuando contó sobre los hinchas que jamás han vivido en los paisajes de donde son originarios sus equipos los cuales hoy siguen con coraje.
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_Yo no puedo concebir como hincha y he tenido muchos problemas. Yo he sido concejal y diputado de aquí del departamento y hemos trabajado problemáticas sociales. Aquí hay tres barrios demasiado difíciles, en donde incluso si llega a pasar el indio Pijao, le rompen los vidrios del carro. Pelados nacidos acá y a todo lo que les huele a vino tinto le tiran. Pero son jóvenes que dicen ser del verde pero nunca han ido a Medellín ni conocen el estadio. Lo mismo sucede con los del Barón Rojo, hinchas del América de Calí. Yo voy mucho a colegios y llego caracterizado como el Indio Pijao y empiezo a escuchar a los niños y dicen cosas como “Nada de indios” “no somos indios” “somos del verde” y yo me les acerco y les pregunto ¿tú a quien quieres más a tu mamá o a una señora desconocida? Cuando yo veo eso, descubro que detrás de todo se encuentra el papá. Ellos nacen amando el Tolima pero el papá les dice que no.
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La tarde del martes estaba a punto de culminar. Habíamos hablado durante horas pero el tiempo no parecía terminar. Una conversación tras otra permitía conocer un poco más a esa persona. Al terminar hablamos un poco sobre sus expectativas frente al equipo y a su vida. Oídos atentos para cada palabra fluida que de su boca salía.
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_Yo quiero volver a ver a mi equipo campeón, e incluso que ganemos la Copa Libertadores y Sudamericana, pero para eso es importante que se trabaje y se pueda negociar para traer jugadores que refuercen la titular del equipo.
Las palabras del indio significaban una cosa, su equipo era como su vida propia. Hablaba con mucha confianza y algunas de sus palabras demostraban que en su crianza, el deporte Tolima estuvo en todas sus andanzas. Desde muy joven empezó a caracterizar su personaje, tenía alrededor de catorce cuando inspiró su primer traje. Hasta la fecha de hoy lo sigue llevando a todas partes, y al igual que en cualquiera de las artes, el no deja atrás su pasión por el equipo ni de los miércoles al martes.
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