Abrazadores por vocación
Abrazadores por vocación
Por: Nicolas Arturo Melgar
Eran las dos de tarde, de un soleado 15 de septiembre, y yo me encontraba frente a la portería de administrativos de la Universidad de Ibagué. Mi destino era el stand de la Jornada Abrazatón, frente al Auditorio Central. Algo en mi interior me decía que no entrara, que mejor me quedara en casa durmiendo; en cambio decidí arriesgarme y hacer algo diferente. Entré sin dirigir palabra alguna al guarda de seguridad, porque sentía nauseas, y me limité a mostrar mi carnet estudiantil. En ese instante me di cuenta que mis manos estaban empapadas de sudor y acepté sentir terror, una vez este empleado lo revisó y me dejó entrar, lo guardé en el bolsillo del pantalón e inmediatamente tomé mi rumbo. Con cada paso que daba por ese pequeño trayecto, que atraviesa los bloques del 1 al 6, el patio de banderas y la Biblioteca Central, mi corazón se aceleraba más y más, sentía como mi boca se secaba y la transpiración recorriendo mi cuerpo. Además, de imaginar las miradas juzgadoras de muchos desconocidos.
Al llegar allí, pude observar a un pequeño grupo de estudiantes junto a Jenny Rocio Duarte, psicóloga de la Universidad, organizando el stand. Unas estaban colocando los dulces y chocolatinas sobre la mesa, otras estaban pegando el cartel y Jenny estaba revisando unas paletas de color azul con inscripciones de color dorado.
Mire para todas las direcciones y no hallaba la forma más conveniente de acercarme al grupo, aun me sentía aterrorizado, así que respire profundo y pensé con calma por unos instantes… terminé sacando el único instrumento que me daría algo de valor, mi cámara. Empecé tomando algunas fotos al stand en construcción con la intención de hacerme notar. Una vez ellas se percataron de mi presencia, me recibieron con un caluroso saludo:
-‘Holaaa, llegó un nuevo abrazador’ acompañado de muchas sonrisas
Instantes después, la psicóloga Duarte se me acercó y me dijo:
-‘Eres el chico de ayer’
- A lo que respondí: ‘sí’,
-Ella me respondió: ‘bueno, entonces recuerda que no vienes solo a tomar fotos’.
En ese mismo momento, una de las chicas me pidió ayuda con el cartel y cuando me di cuenta ya tenía una expresión de felicidad en la cara. Pasaron unos 5 minutos y la psicóloga nos reunió en un círculo y nos dijo lo mismo que me había comentado el día anterior, cuando fui a inscribirme: ‘‘Desde hace dos años en bienestar tenemos el proyecto de afectividad, desde el año pasado queremos institucionalizar la semana de la afectividad, y lo hacemos desde hace un año en el mes de septiembre a propósito del mes del amor y la amistad. Lo que hacemos es una programación de toda la semana, día por día diferentes eventos, todos relacionados con el tema de los afectos en el marco de la sexualidad, los derechos sexuales y reproductivos.
Esta semana el evento de apertura fue un stand up comedy relacionado con las relaciones de pareja; el martes tuvimos la presencia de una institución muy importante, que es líder en salud sexual y reproductivo, que es Profamilia, entonces tuvo un stand en el patio de banderas, y durante todo el día se brindaron asesorías en salud sexual y reproductiva a los chicos interesados; el miércoles estuvimos en el Auditorio realizando una serie de juegos, que denominamos, Jugando ando con la sexualidad, entonces teníamos varias estaciones con un juego y tema diferente, todo en el marco de la sexualidad y afectividad; esta tarde tenemos un conversatorio sobre relaciones de pareja que se llama: Cuándo decir no más; y mañana viernes, tenemos nuestro evento de cierre que es la Jornada Abrazatón, En la semana de afectividad del año pasado realizamos nuestra primera jornada, nos fue muy bien, y es interesante como uno sorprende a la gente con un abrazo, generalmente vienen corriendo a clase pero esa sorpresa es grata para la comunidad, para la mayoría es reconfortante sentir el contacto físico así sea de un extraño… este año iniciamos una convocatoria abierta… a diferencia del año anterior que fueron solo el pequeño equipo de Bienestar’’. Y terminamos abrazándonos entre nosotros para iniciar la jornada.
Iniciamos la jornada de abrazos, cada uno con una paleta, que decía por un lado ¿Quieres un abrazo? y por el otro Jornada Abrazatón, dulces, nervios, bastantes expectativas, y abrazando estudiantes y administrativos. Noté que algunas chicas eran muy buenas dando abrazos, y yo en cambio en los primeros 10 minutos no había logrado uno, le temía mucho a los rechazos. Yo me les acerqué tratando que alguna persona me recibiera uno por estar junto a ellas. Pero, en cambio recibí algo que me cambió radicalmente, una de ellas, una chica de blusa azul y tez bronceada, dijo: ‘‘Yo no doy abrazos en mi diario vivir, pero cuando vi el correo algo surgió y escribí que quería ser abrazadora, tengo pena, pero se siente tan bien ver esas sonrisas de esas personas que recibieron el abrazo’’.
A los minutos, llegó una estudiante de intercambio, de origen mexicano, que quedó encantada al ver la jornada y decidió quedarse ayudar. A eso de 2:30 llegaron los refuerzos, los niños del Atelier. Ellos se fueron junto a su tutora, la psicóloga Duarte y dos abrazadores por todo el campus a repartir abrazos.
Nos quedamos cuatro abrazadores bajo la supervisión de la otra psicóloga de Bienestar universitario. Al momento, llegaron unos compañeros de la carrera a tomar fotos del evento; yo les dije molestando que se fueran, que este era mi territorio. Al final, terminaron cubriendo Expograduados, debido a que eran las 3 pm y no había gente transitando.
A las 3:15 llegaron los niños del Atelier, cada uno recibió un dulce por su ayuda en la jornada de abrazos y Duarte les dijo que los esperaba a las 4:00 para una nueva experiencia abrazadora. Minutos más tarde, decidimos dividirnos en parejas, para cubrir diferentes partes de la Universidad, debido a que no había gente. Yo me quedé en la base, frente al Auditorio junto con una chica de blusa gris.
A las 4 de la tarde la mayoría de los abrazadores que iniciaron conmigo a las 2, empezaron a irse porque tenían clase. Pero, llegaban nuevos. Yo tomé la iniciativa junto con un muchacho de camiseta amarilla de entrenar a los nuevos, primero en la base y luego en otras partes del campus universitario. Y así terminamos recorriendo todos esos pasillos de columnas negras y baldosas blancas con manchas negras, los prados y otros terrenos buscando personas para abrazar. Algunas personas nos preguntaban por qué lo hacíamos, a lo que respondíamos ‘‘que era la Jornada Abrazatón, evento de cierre de la semana de la afectividad’’.
A eso de las 5 pm, llegó un nuevo abrazador que me llamó la atención, porque dijo que necesitaba que alguien le tomara unas fotos abrazando a las personas. Me pareció curioso, pero seguí con mi trabajo. Ya a eso de las 5:30, cuando estaba junto a otros tres abrazadores en el corredor que viene desde la portería de estudiantes, con el pensamiento ya de retirarme y con conocimiento de su nombre y qué estudiaba, Jhonatan Gallego, estudiante de Ingeniería Electrónica, le pregunté por qué decía que necesitaba tres fotos abrazando a personas diferentes, él me dijo que primero le había parecido interesante el evento y segundo ‘‘recibo una ayuda alimenticia por parte de la Universidad y pertenezco a un voluntariado de liderazgo, por ende nuestro tutor nos dijo que se iban hacer muchas actividades en esta semana y una de ellas era esta, que fue la que me pareció más atractiva’’.
Y con estas palabras di por terminado mi jornada, le di mi paleta, que sirvió como para sol, abanico y letrero, a un colega, tomé mi bolso y partí con una sonrisa, sabiendo que le cambié el estado de ánimo un poco a muchas personas, a pesar que no supiera el nombre de mis compañeros, que algunos de ellos estaban por obligación y que muchas personas, con algo de razón, digan que estos eventos hacen más mal que bien porque solo se realizan una vez al año.