Baile y vida de barrio
Una entrevista con Jefferson Ofrey García, líder de la Corporación Folclórica Origen Pijao.
Esto no es precisamente un cuento de hadas ni de príncipes, sin embargo contiene la historia de un posible héroe, de esos sin capa que suelen anunciar en la televisión. No es militar, no es bombero, no es policía, ni un luchador o respetado jugador de fútbol, este héroe es un bailarín.
Sobre la tres de la tarde las calles de la avenida principal para cruzar hacia el Barrio la gaviota en la ciudad de Ibagué, se encontraban pobladas de vehículos que iban con destino hacia el barrio el salado. Una calle nos separaba a mi entrevistado y a mí a través de un semáforo que iniciaba su cambio de verde al rojo luego de treinta segundos. Jefferson era el joven con quien me había citado para entrevistar luego de conocer a través de un proyecto documental, las iniciativas que estaba liderando en el barrio a través de la danza folclórica.
Por: Jenifer Forero
Se había puesto para la entrevista una camiseta fucsia cuyo estampado en tela llevaba las letras de “Corporación Folclórica Origen Pijao” la academia que no sólo se dedica al baile sino también a la inversión del tiempo libre de los niños, niñas, jóvenes y adolescentes del barrio la Gaviota. “La corporación es un sueño que viene desde que inicie el tema de ser bailarín. Llevo 17 años bailando. Inicie a los 9 años de edad para ver cómo podía formarme en el tema de la danza”
Se pensaría que Jefferson siempre tuvo afinidad por la danza pero ¿dónde surgió su pasión por el baile? Según doña Yolanda, madre de Jefferson, su hijo desde pequeño mostró cierta afinidad por la danza pero que la decisión de bailar surge a partir de la iniciativa de la familia. Los padres de Jefferson les apasiona bailar también y doña Yolanda solía invitar a su pequeño hijo a las fiestas y parrandas del barrio, allí él empezó a tener acercamiento con la música bailable.
Posterior a sus primeros años, Jefferson llegó al colegio y de allí se empezaron a desarrollar todas sus habilidades “Hice parte de un crecimiento formativo que tuvo el maestro Luis Enrique Romero en la biblioteca del Jordán 8 etapa, allí empecé el tema de formación de danza como tal. Empecé el tema de formación y fui creciendo en lo cultural, en la institución educativa y técnica Ismael Santofimio Trujillo, lugar en el que hice mi primaria en la sede infantil de la escuela San Vicente de Paul. Allí hacia una serie de eventos: culturales e Izadas de bandera. Fue allí donde empecé a ver ese talento artístico que yo tenía en el tema de la danza y desde ahí comencé a ejercerlo y a tener esa participación como bailarín
Luego de su estancia académica por la primaria el tiempo gradualmente lo condujo hacia el grado once que según él, es el inicio de todo su proyecto con el barrio. “Cuando llegue al grado 11 veíamos una materia que se llamaba emprendimiento empresarial, que era dictado por el Sena, en donde nos enseñaban como los jóvenes podían emprender sus propias empresas. Uno podía tener iniciativas propias, y mi proyecto de grado fue mi academia de baile. El nombre origen Pijao lo puse por rescatar nuestra raza pijao que eran indígenas guerreros del Tolima. Primero fuimos agrupación pero con el paso del tiempo esto fue más empresarial hasta llegar a lo que hoy se conoce como corporación.
Jefferson se sentía feliz y orgulloso con su labor no sólo porque estaba haciendo lo que más le gustaba sino también porque a través de ello podía mejorar la vida de muchos jóvenes del barrio que pasaban por momentos difíciles a nivel económico y personal. “Éramos uno de los barrios más nombrados por el tema de tráfico de estupefacientes a nivel nacional y municipal.
Nuestro barrio era solo enfrentamientos entre grupos de jóvenes que se organizaban para hacer líneas imaginarias en el barrio, en donde controlaban ellos mismo el expendio de estupefacientes y empezaba el conflicto territorial. Viendo todo lo que pasaba me vi en la necesidad de ocuparme en muchas cosas para poder como joven emprender una vida sana y que más que en la danza, en otras palabras me vi en la necesidad de crear un espacio de ocuparle el tiempo libre a los niños, para que no se vieran en medio del conflicto de la gaviota. Empezamos en el salón comunal, tuvimos problemas. La coordinadora de la escuela de San Vicente de Paul vio mi disposición y me brindo un espacio, ella nos colaboró y allí empecé a surgir con la corporación. El proyecto nace bajo una necesidad de desarrollar lo que yo sabía, para que los niños ocuparan su tempo.
Cuatro de la tarde, la clase de baile de Jefferson está por comenzar y para ello nos trasladamos hacia la academia frente al semáforo donde nos encontrábamos antes de conversar en una esquina. Al llegar al lugar luego de haber subido unas escaleras, el escenario es totalmente blanco y refleja que es un espacio humilde pues sólo está adornado por unas cuantas imágenes de corcheas y semifusas musicales. También hay un espejo en donde se pueden ver los bailarines no como producto de la vanidad sino porque así pueden coordinar mejor los pasos al mismo compás de la canción.
Jefferson es consciente de que el espacio es pequeño para un sueño grande como el que tiene para involucrar y extenderse a más jóvenes a nivel nacional. Según el, es uno de los obstáculos más relevantes, “nosotros buscamos los espacios en donde podamos nosotros desarrollar como tal el proyecto de formación porque no contamos con escenarios en la comunidad para poder ejercer este tipo de proyectos. En el barrio se han perdido muchos proyectos a causa de esto, la falta de escenarios. El colegio ha sido como el único espacio que se ha prestado para la comunidad. También un salón comunal, pero por el cambio de administraciones de las juntas, siempre ha sido un tema complicado ir a ensayar en el lugar”
Antes de que los bailarines empiecen a exhibir cada una de sus capacidades con los pasos de baile, realizan un calentamiento para prevenir problemas musculares en cada participante. Luego de cinco a siete minutos, cada uno empieza a moverse al compás del contrabandista, un tema instrumental folclórico representativo del departamento del Tolima, y popularizado por la interpretación de Garzón y Collazos.
Los bailarines de Jefferson tienen distintas edades, algunos más pequeños que otros. Niños que bailan con tan sólo seis años hasta jóvenes de diecinueve. Todos se mueven de manera coordinada, aunque Jefferson no es militar, ejerce cierto respeto y disciplina en sus bailarines. Sin embargo muchos son los niños que asisten a la academia son apoyados por los padres de familia. Jefferson apaga su grabadora porque el ensayo ha terminado. Dos horas que se pasan volando al compás de la música. El considera que todavía hay mucho por hacer porque quiere involucrar más niños para que el baile pueda cambiar sus estilos de vida como lo hizo con él, pero en el fondo conoce lo difícil que puede resultar la tarea
“Lo más difícil ha sido y seguirá siendo llamar la atención a los niños para que les guste el tema cultural. Aquí los niños están en la tendencia de lo nuevo el reggaton el rap, bueno todo lo que ellos pueden ver a través de los medios de comunicación. Llegar a una comunidad como la Gaviota donde son solo mentes fijadas al tema de la problemática que hay y de las necesidades que hay en tanto a la pobreza, línea imaginarias, problemas intrafamiliares etc. El tema ha sido la concientización de la comunidad a que se interesen un poco más en el tema cultural y que los chicos también pueden ocupar su espacio en una formación en el tema de la cultura, porque en la cultura también hay futuro. Para la comunidad y para muchos padres de familia el tema del baile es ir a mover el trasero, pero no es solamente eso sino también fijarse unas metas y unos propósitos para la vida. Esto puede ser una salida de vida para muchos, para mí lo es. Para mi es mi vida, mi futuro y mi forma de vivir”