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 ya que quería narrar la historia de una persona que para muchos es común. Hablamos esa tarde de jueves alrededor de dos horas y ella me comentó sobre su vida, me di cuenta que era el personaje que buscaba.

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Cuando me acerqué a Nancy se encontraba en su puesto de ventas. Al verme me sonrió con timidez. Agachó un poco la cabeza en señal de pena y yo le sonreí para darle confianza. Me dijo que la esperara unos minutos mientras terminaba de recoger los productos que llegaban esa misma mañana en camionetas surtidas de fresas, moras, banano y plátano verde.

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Luego de terminar de cargar todas las frutas para su venta, Nancy se sentó a mi lado y me dijo. _ ¿comenzamos?

Ahora era yo quien se encontraba algo tímida. Le sonreí y le dije. _de una.

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El silencio cubrió el espacio en el que nos encontrábamos. A lo lejos se podía percibir un olor a moras, y fue precisamente esa la oportunidad para conversar.

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_ Por lo que veo usted está desde temprano aquí en la plaza, ¿cómo organiza su tiempo?

_Mira yo me considero una persona muy activa, y aquí en la plaza a uno le toca estar despierto para recibir la fruta porque a algunos nos llega casi a la media noche. Tal parece que en carretera se mueven más los camiones con el producto, de pronto puede ser que hay menos carros en la vía o la policía les pone menos problemas a los conductores.

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Al terminar su respuesta, la mujer se quitó su delantal azul. Esperé a que terminara de hacerlo y cuando volvió sus ojos hacía mi le pregunté.

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_ ¿Hace cuánto se dedica a vender fruta?

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_ Yo ya llevo cinco años trabajando acá. Antes de mi separación con mi antigua pareja, yo me dedicaba a trabajar haciendo aseo en distintas casas, e incluso en hoteles.  La verdad en algunos de ellos, a pesar de que me pagaban moderadamente bien, los jefes eran demasiado groseros y renuncié. Meses después una vecina me comentó que el papá de ella estaba necesitando quien le ayudara con un local en la plaza y ella me dijo. Yo acepté por necesidad, pero más adelante me llevé muy bien con el papá de ella y él vio que soy responsable y me dejó a cargo de todo el local.

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Nancy se puso de pie para observar la escena. Paradójicamente todos estaban mojados, y aun así mantenían la esperanza de permanecer secos corriendo de un lado a otro.

 

Le ayudé a Nancy con las ventas. De una u otra forma quise meter las manos en mi trabajo. El periodismo se trata de eso, de ir más allá.  A medida que iba empacando la mora y las fresas, Nancy me contaba sobre el producto. El precio de las moras dependía de la situación en la que se encontraba el país. Si había un paro camionero, muchos negocios no se podían abastecer, por eso las moras subían de precio. Actualmente costaba tres mil el kilo y la libra a mil quinientos. 

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Nancy miró su reloj. _ El tiempo se pasa rápido_ dijo insinuando que ya era tiempo de irse. Habíamos pasado más de cuatro horas en su negocio, pero parecía como si sólo hubiese pasado media hora desde que había llegado al lugar.

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Le agradecí por su tiempo ya que para ella no era fácil ser entrevistada, mientras estaba pendiente de los camiones que seguían llegando a la plaza a surtir su negocio.

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Antes de irme, me puse en pie y le pregunté. _ ¿qué la motiva a trasnocharse y levantarse tan temprano? _ ella con una sonrisa me respondió.

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_Uno se acostumbra a esto. Yo tengo que velar por mi hija y creo que ella es quien me motiva a seguir. De lo contrario, no sería capaz de seguir adelante porque aquí es muy duro por los horarios, pero creo que vale la pena cada sacrificio que uno hace por alguien que quiere, por alguien que a uno le importa. Ella estudia contabilidad y sé que ella ve el sacrificio que yo hago, por eso es muy juiciosa. Cada quien se sacrifica a su manera.

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Me despedí de la mujer, subí a la moto en la que me transportaba y aceleré hasta perderme en la espesa niebla que había abrazado toda la vía. Tenía la fortuna de que podía llegar a seguir durmiendo, pero pensé en Nancy. Aquella mujer no dormiría ese día pues tenía jornada continua. “Cada quien se sacrifica a su manera”, las palabras de Nancy, quedaron en mi memoria.

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Amanecer en la plaza de la 21

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Por: Jenifer Forero 

Sucedió el sábado sobre las doce y media de la madrugada. La alarma en el cuarto avisaba que era hora de ponerse en pie para concretar la entrevista con Nancy Guerrero. Aquella mujer vendedora de fresas y moras de la plaza de la 21, jamás había dado una entrevista.

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Media hora en la ducha ayudó a esclarecer las dudas que tenía frente a la entrevista. No sabía cómo acercarme para que Nancy me contara sobre su vida, sin embargo pensé que sería una oportunidad para las dos. Emprendí mi viaje hacía la plaza de la 21, un trayecto que duró quince minutos aproximadamente. La mañana fue un escenario para la lluvia, se caracterizó por culminar fresca, y la oscuridad parecía interminable. Sólo algunas esquinas se iluminaban gracias a los postes de luz de los distintos negocios comerciales que se encontraban cerrando.

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Al llegar al sector de la plaza vi a Nancy con blusa rosada y un delantal azul que simulaba un impermeable. Tenía el cabello recogido y sus guantes azules ya estaban manchados por las primeras moras que había manipulado después de que Alberto Reinoso, el conductor de uno de los camiones contenedores de fruta, le hiciera la primera entrega de los productos frescos que venían de municipios como Ortega Tolima y Santa Isabel.

Nancy me observó y me reconoció. Habíamos conversado dos días antes sobre la posibilidad de realizar la entrevista y le conté que para mí era interesante publicar una nota sobre algún vendedor de la plaza de la 21,

Ella terminó de hablar. Estábamos dentro de su negocio. Mientras conversábamos se podían ver gotas de lluvia caer sobre las calles. Las gotas marcaban de oscuro algunas zonas del asfalto, parecían formar imágenes en la vía. La mujer y yo observábamos la escena. Ella estaba algo preocupada de que ese sábado no hubiera ventas debido a la lluvia. Yo seguí con la entrevista…

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Usted al principio me cuenta que empezó por necesidad, imagino que antes usted tenía otros planes. ¿Cuáles eran esos proyectos que tenía antes de comenzar a trabajar en la plaza?

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_ Sinceramente como le dije, yo no me imaginaba en la plaza. A mí me gusta el negocio y no soy malagradecida. Cuando tenía dieciocho años y era igual de joven a usted, me imaginaba en universidad estudiando algo como derecho o de pronto lo de los idiomas. Pero yo quedé embarazada muy joven, aunque afortunadamente si recibí diploma de bachiller y eso me ha ayudado a tener uno que otro oficio. Tengo pensado meterme al Sena para estudiar algo que tenga que ver con manipulación de alimentos o seguridad de alimentos, pero estoy esperando a que salga la convocatoria.

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La lluvia empezó a caer con fuerza y en el cielo conspiraban las nubes para que se prolongara un par de horas más. Un color rojizo en el cielo se posó sobre las cabezas de muchos trabajadores y transportadores que caminaban con prisa de un lugar a otro. 

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