La estrella perfecta
Por: Henry Steven Parra
En el año 1862 fue descubierta la estrella más brillante conocida por el hombre, Sirius; a casi 9 millones de años luz y con 300 millones de existencia, este astro evoca cada crepúsculo la magnificencia de nuestro universo; sin embargo, ¿a qué se debe la pequeña inducción de astronomía? La historia que relataré con el mayor de mis placeres, es sin duda la de un personaje que desde siempre he comparado con el lucero resaltante y único entre millones de su mismo origen; un personaje que rememora, para mí, la cúspide del esfuerzo, el amor, la tolerancia y la valentía.
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María Del Carmen -exacto, algo así como La Virgen María contemporánea- Arroyabe Restrepo, añadido a su humilde, pero significante nombre. Como todas las estrellas, el destino es quien marca su suerte, su nacimiento y su familia. Hija de un par de modestos visionarios y sesta entre sus ocho hermanos, María nació en Fuente de Oro, vereda situada en el departamento del Meta; con una sonrisa delatante de su presencia, creció en Puerto Lleras a unas horas de su lugar de procedencia.
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Su educación básica la llevó a cabo en el colegio oficial del pueblo, apasionada por estudiar, los momentos en que su fulgor relucía más que nunca. Conmovida, como toda damisela en su adolescencia, por el amor, la alegría, la amistad y además acreedora de esa bella sonrisa de astro, capaz de iluminar hasta el más lóbrego piélago contemporáneo.
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Hace falta entender su contexto, para ello debemos retroceder a Puerto Lleras en la década de los 80. Un lugar en el que la amenaza de las balas y el sonido de los casquillos, atravesaban cada existencia limítrofe a sus acciones. “Recuerdo que la guerrilla inspeccionaba el pueblo, cuando llegaban nuestros padres nos metían debajo de los colchones y nos escondían, pero los escuchábamos y solo nos quedaba esperar que quien apareciera muerto al otro día, no fuera un conocido”, matiza con tristeza María. Escenario de los más intimidantes y barbáricos encuentros, entre dos ideologías convencidas de lo correcto, y lo peor es que lo más ínfimo de estos actos acababa de comenzar.
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María describe dos instantes en su vida que marcaron su inusitado corazón, ambos tan complejos emocionalmente, que sería un error situarlos en orden de prioridad. Hacia el año 1987, un héroe de guerra falleció en Colombia, un héroe de guerra no reconocido por los medios, así como muchos otros defensores del pueblo que son obviados por el sistema; Ramiro Arroyabe Restrepo había sido vilmente asesinado en una disputa callejera a sus novatos 25 años, en la ciudad de Villavicencio. Un hombre sobreviviente a muchos ataques armados, con una familia en casa, el hermano mayor, el protector; este álgido y opaco sábado, la estrella María, esa a quien se le conocía por su excéntrico fulgor, se extinguió.
Es difícil reconocer que una estrella se extinga, casi tanto como reconocer que un arrecife de coral desaparece. Durante sus dieciocho primaveras, conoció a quien sería hoy día su aliado incondicional en aquella exhaustiva lucha contra la vida. “Conocí a mi esposo cuando estaba en noveno grado del colegio, duramos siete años de novios y hasta ahora llevamos 25 años juntos”. Al igual que María, Henry Parra también vivió toda su vida en Puerto Lleras, de una familia no tan humilde, pero más alejada de la nobleza e inocencia de sus moradores, siempre resaltó por adquirir tal cualidad de sencillez, carácter efusivo y alegría para con sus pares, además de ser un gran deportista.
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Noble, errante –como todo ser humano-, vehemente, valiente y apasionada por su familia; algunas de las muchas cualidades que en marzo del año 1999, partieron rumbo a la nube más alta. La segunda ocasión en la que el resplandor de María, olvidaba por completo sus ilusiones. En algún momento Harold Koonts dijo: “El ser humano es diferente porque tiene la capacidad de decidir por lo correcto”, sin embargo, el que una mujer de 24 años, con las cualidades antes descritas, madre de dos hijos, emprendedora y luchadora, sea atrozmente perjudicada hasta su muerte, por un conflicto del cual jamás hizo parte, tal vez no parece ser razonable.
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Ninguna estrella ha de merecer ser forzada a desasir su brillo, María tuvo que buscar otro sitio, uno en el cual sus más grandes obsequios estuvieran a salvo, “Tuvimos que huir después de que asesinaron a mi hermana, era muy peligroso, así que me llevé a mis dos hijos para Villavicencio mientras el negro (su esposo) buscaba en dónde podríamos vivir”. Fue entonces a inicios de los 2000, cuando La Sierra de la Macarena, en el departamento del Meta, abrió sus puertas a una familia melancólica y agotada pero, en definitiva, unida.
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“No estaba mal”, pensaba María mientras pasaban dos de los cuatro años en La Macarena, pues el 11 de enero del 2004, fue esta la sede de una gran obra de arte colombiana, una con destellos de rojo representado en dolor, amarillo representado en violencia y azul representado en desplazamiento, por la infinitud de un lienzo que cada día reescribe más crueldad; a esta maravilla se le llamó, Zona de Distensión. A raíz de esto, ambos tuvieron que dejar sus trabajos y pensar en otro lugar, un lugar en el que el resguardo no fuese su prioridad. Durante el año 2004, vivieron junto a sus hijos en la ciudad de Villavicencio, lugar del que tuvieron que huir después de ocho meses por amenazas paramilitares hacia el esposo de María; las situaciones eran cada vez más complejas.
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No es un secreto, vivir en el sur, en cualquier departamento de Colombia, siempre será más complicado. María llegó a Ibagué en el 2005, con nuevas fronteras, nuevos propósitos, con ganas de brillar más que nunca. Sin embargo, como dice el refrán “huir de tus problemas es una carrera que jamás ganarás”. Desde el 2006 hasta el 2007, María y su esposo eran acechados aún por los paramilitares, y con el objetivo de mantener la seguridad de sus hijos y la de su familia, tuvieron que trabajar para ellos durante aproximadamente un año.
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Fiel a su nombre, María siempre ha sido muy creyente, siempre existe para ella la razón del milagro, el arte de la nada, la magia divina. A inicios del 2007, sus plegarias fueron recibidas, no sabe la razón, pero después de unos meses, no volvieron a saber de aquellas personas que se aprovecharon de su aprensión y amor a su familia.
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Las incongruencias de la desigualdad, las consecuencias de la pobreza y el poder de la necesidad, pueden motivar acciones equívocas y malintencionadas. En el año 2008, a raíz de los abismos sociales en el sur de Ibagué, la capital del país recibía una energía diferente, una luz pura, humilde y apta para su transformación.
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Ya con su hijo de dieciséis años, y su hija sobre los catorce, María y Henry emprendieron su camino laboral en Bogotá, sede de los más sofisticados métodos del engaño, el dominio y la inseguridad. Como lo expuse antes –el poder de la necesidad puede motivar acciones equívocas y malintencionadas-. Las drogas, el fiel seguimiento a sus amistades, la falta de madurez y la infame necesidad de escucha, fomentaron en el hijo mayor de María una reacción negativa, alarmante: “Tenía un trabajo en Bogotá, pero para mí, lo más importante era mi hijo”. En el 2011 llega a Villavicencio una vez más, entre sus sacrificios estaba separarse de su esposo, quien a falta de opciones laborales en la capital tuvo que regresar a Ibagué, y renunciar a su trabajo, todo ello a causa de iluminar el camino correcto de su primogénito.
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A pesar de ser del tamaño de nuestra Tierra, Sirius es veinte veces más brillante que nuestro sol; y al igual que María, no perderá de vista sus seres más amados. Desde el 2012 en adelante se ha dedicado a ser el resplandor de sus hijos, su razón de ser y su motivación más grande.
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Hace aproximadamente cuatro meses a María le han diagnosticado cáncer, una enfermedad grave, aunque hoy en día tratable, y aun así, dentro de sus expectativas solo está, “ver a mi hijos crecer, quiero verlos independientes, quiero verlos formar su familia, quiero ver a mi nietos, quiero envejecer sabiendo que están ahí para mí”.
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La estrella Sirius ha vivido por 300 millones de años, junto a ella está la segunda estrella más brillante descubierta por el hombre Sirius B, tiene 190 millones de años. Soy Henry Parra y la historia que les acabo de manifestar es la de una hija, hermana, esposa y sobretodo madre implacable, mi madre. Una estrella perfecta a la que aún le quedan 10 mil millones de años más de vida.
María del Carmen en la ciudad de Pereira
Foto tomada por: Henry Parra.
María del Carmen en la ciudad de Pereira
Foto tomada por: Henry Parra.