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Un sueño más

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Por:  Paula Pachon

Desde que empecé a  estudiar Comunicación Social y Periodismo, siempre me acompañó una duda.  Escuchaba de mis profesores la responsabilidad tan grande que tienen los profesionales que se dedican a esta importante labor. Veía en  cada trabajo de campo que realizaba en las veredas, comunas y en la misma Universidad, la forma en la que se buscaba la información y, finalmente, se construían grandes historias. Pero cada vez que lo hacía, comprendía la responsabilidad y el peligro al que están expuestos los periodistas que a diario trabajan para brindarnos información  y, en ese mismo instante, me preguntaba qué sucedería si yo en el futuro me viera en una situación en la que mi vida estuviese en peligro.

Desde entonces empezó mi interés por saber qué debíamos hacer los profesionales y los futuros periodistas en el momento de realizar nuestro oficio y vernos afectados por decir la verdad.

 

Todos los dìas escuchaba:

 

-Sabemos que le gusta lo que estudia, pero mire lo que sale en las noticias. Para ustedes hay muchos peligros, o si no mire lo que le pasó a Jaime Garzón”, me decían mis padres.

 

En esos momentos recuerdo mi respuesta:  

-Si muero como él, podrán decir que morí feliz, porque pude cumplir el sueño de ser periodista y de las buenas.  

 

En esos momentos contestaba sin medir las consecuencias que esto podría traer. Pero todo mi panorama cambió cuando en sexto semestre comencé a ver una materia llamada Legislación.  En este espacio comprendí cuáles eran mis derechos como profesional, cuáles eran mis deberes y cuáles eran los principales peligros a los que se enfrentan los periodistas una vez empiezan a ejercer. Recuerdo que estando en una clase, vino a mi mente la inquietud  que me acompañó apenas inicié mi carrera y con los afanes de la vida había olvidado; recuerdo que en la clase la docente Katherine Beltrán estaba hablando del caso de Jaime Garzón y tocó el tema de las organizaciones que velan por nuestra protección y,a su vez, dio un tema para una tesis. En ese momento no lo anoté, pero quedé con la inquietud.

 

Para ese entonces, nos encontrábamos a puertas de las votaciones y mi interés desde que empecé  a estudiar esta carrera era dedicarme al periodismo político. Pensaba que el tema de mi tesis debía ir enfocado a esto, pero al hablar con los directores de los semilleros de investigación, que en ese momento había en la Universidad, encontré que ninguno tenía ese enfoque.  Así que hablé con el profesor Jorge Mendoza, quien estaba a cargo del semillero de investigación Narrativas Culturales y Deportivas; por su puesto él no sabía del tema, pero sin dudarlo asumió el reto. Pero antes de empezar me explicó qué tendría que hacer, qué tanto debía busca; en medio de lo que me explicaba,  noté que el trabajo era muy pesado y que no tenía el tiempo suficiente, por lo que me dijo que lo pensara y estuviera segura de lo que iba hacer.

 

Pasaron dos semanas arduas en las que pensé mil y una vez qué iba hacer, hasta que  volví a encontrarme con el profesor Mendoza Él me preguntó qué había decidido y si seguía con el mismo tema. Recuerdo que mi respuesta fue clara y concisa, e incluso, lo sorprendió.  Le dije que ya no sería el mismo tema y que finalmente me había decidido por analizar los mecanismos de protección que existían para nuestra labor. Desde ese momento, empezamos a definir con claridad qué quería investigar. El punto de partida era encontrar tres periodistas que hubiesen tenido problemas con diferentes actores armados y analizar cómo habían procedido frente a estos. La búsqueda fue extensa, tarde cinco meses encontrarlos debido a que algunos de los que ya había escogido se iban perdiendo en el camino. Muchas veces pensé en dejar tirado todo y cambiar de tema, pero mi tutor siempre estuvo ahí para decirme que no era fácil, pero que lo lograria.  

 

Pasaron muchos tropiezos y dificultades. Pero, por  fin, logré encontrar las historias y empezar una nueva etapa en mi investigación Es por eso que  hoy 24 de octubre de 2018, en medio del lll Coloquio de Experiencias de investigación formativa realizado en la Universidad de Ibagué, tuve mi primera presentación. Allí di a conocer  el trabajo que he venido realizando durante estos meses, conté un poco de mi experiencia y finalmente recibí una observación de parte de la profesora Tatiana Avila, quien en medio de su amplio conocimiento en la comunicación, me indicó que ya era hora de empezar a delimitar el tema y a reflexionar desde la teoría. Así mismo, una de las asistentes me dijo que le había parecido interesante mi tema y que esperaba que saliera como lo tenía pensado. Entonces, al finalizar el evento, reconocí la importante que hasta este entonces ha tenido mi trabajo y que cada uno de los altibajos que se han presentado, simplemente son puertas que aunque en su momento no fueron aceptadas con la mayor tranquilidad, hoy son muestra de que todo está dado para que salga de la mejor manera.

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