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Mil pasos hasta Cay

Por: Nicolé Juliana Cerón Nonato y Maria Jose Cuesta Ospina

 

A veces nos es difícil encontrar el norte, ese fue nuestro caso. Algunos piensan que encontrar un tema de investigación es una tarea sencilla, sin embargo, no es solo soplar y hacer botellas. Nosotras pensábamos eso, al menos creímos que no nos tomaría tanto tiempo y tampoco dimensionábamos el camino tan largo que nos faltaba por recorrer.

Nos consideramos unas investigadoras soñadoras, connotación compleja para una labor que se dedica a explicar la realidad desde una problemática. Tanta era nuestra imaginación que ya nos habíamos visualizado en el la segunda parte del III coloquio de experiencias de investigación formativa, explicando nuestros avances sin ningún titubeo de por medio. Las experiencias cada quién las vive de maneras distintas, el estar allí con el corazón acelerado y las manos sudorosas, nos permitió “aterrizar” de golpe el hecho de estar en un vuelo sin retorno el cual se reflejó en nuestra primera ponencia mostrando nuestro proyecto de tesis. Llegar hasta este punto nos tomó aproximadamente cinco (5) meses, en los que pasamos por múltiples escenarios como: Un mariposario, zonas cafeteras, parque de los nevados, nevado del Tolima, ruta del cañón del Combeima y por poco el cielo, el mar y el infierno. Pero antes de llegar hasta ese límite, llegamos a la vereda Cay.

Cay, es una vereda ubicada en la vía del cañón del combeima, llegar a ella fue más fácil de  lo que esperábamos. En un universo paralelo de nuestras cabezas, después todo el camino recorrido, pensábamos que lo único que nos faltaba era caminar otras mil horas, cruzar ríos en canoa y montarnos en unas yeguas briosas. Las únicas yeguas en las que nos tuvimos que montar fueron las rutas 82 y el alimentador veredal. Si comparamos esto con las anteriores travesías, todo estaba a nuestro favor, había transporte, la carretera estaba pavimentada y en cuanto a tiempo, solo demoramos quince minutos desde Ibagué.

Al llegar encontramos la bocatoma de la vereda y nos bajamos del bus unos metros más adelante. El primer lugar al que nos acercamos fue la tienda de la señora Sandra o como comúnmente la conocen “Susy”. En ese momento el hambre apareció, como en casi todos los recorridos la lonchera es fundamental para según nosotras, “coger fuerzas”, nada particular. Dos pasteles de chocolate, fueron el ameno comienzo de la conversación que minutos después nos llevaría hasta la mujer, que para nosotras, representó la “estrella de Belén” en el camino. Es así como llegamos hasta donde la señora Luz Dary Borda.

Cruzando la carretera acompañadas de “Susy” encontramos una locación en obra negra pero llena de vida. Heliconias y Helechos estaban repartidos por todo el lugar en el cuál la encontramos a ella. Una de nuestras primeras impresiones fue la amabilidad con la que cada persona con la que entablábamos conversación nos recibía. Desde luego llegar acompañadas, era un punto positivo que hizo de esa primera visita un espacio de recolección de datos lleno de intercambios de información. Nuestra idea inicial era buscar un grupo organizado de habitantes que se dedicaran a alguna actividad que aportara a la vereda. Aun así, no sesgamos para nada nuestra experiencia de exploración ya que la hicimos muy personalizada con cada casa que visitamos. Luz Dary, después de invitarnos a tomar asiento, nos contó de su experiencia siendo parte de un grupo de mujeres que se dedican a una labor múltiple y les permite sentirse parte de la mano de obra del territorio que habitan. Es así como nos cuenta las diferentes dinámicas y procesos comunicativos que se generan desde los habitantes de manera independiente. Entre estos encontramos: Venta de yogurts, huevos de gallina, pata y codorniz, leche de vaca y los centros recreacionales.

Esto logra llamar nuestra atención dado que el territorio nos permite contemplar la posibilidad de realizar una sistematización de experiencias combinada con un producto periodístico que logre evidenciar el emprendimiento que se gesta en la vereda Cay. Es así, como en medio de la bruma vemos brillar la luz, cuando nos damos cuenta de que el proceso que ellas llevan en el lugar debe tener atención por la importancia económica y social que tiene en la actualidad.

Recordando esto, volvemos a la realidad en la cual estamos de pie en medio de uno de los salones de la Casona en la Universidad de Ibagué. Allí damos el nombre inicial de nuestra investigación: Reconstrucción de la historia y economía de la vereda Cay a partir del papel e innovación de la mujer campesina. Es así como damos un primer paso tan firme como una piedra, que fue retroalimentado por quienes asistieron a la ponencia. Investigar es un camino largo que permite descubrir realidades que a veces se distorsionan frente al azar de la vida. Nosotras acabamos de comenzar. Descubrimos un rol de la mujer que no suele ser muy notado, una historia que merece ser contada en todas sus versiones.  

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