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Plantando semillas de cultura en los más pequeños 

Elaborador por: Irene Rodriguez Prada

“Esa misma actividad de sembrar semillas, que desempeñaba su padre, es la que ha pretendido realizar Victoria Eugenia, la sexta hija de ese hogar que quedó incompleto cuando ella tenía escasos 10 años. Plantar granitos de arena en la vida de los tantos guipas a los que ha instruido musicalmente, para conservar la tradición y la cultura regional, es lo que se ha propuesto con las academias que ha tenido”.

“Una niñez linda, tranquila y en calma, rodeada de naturaleza”, es así como Victoria Noreña describe sus primeros años de vida, los cuales pasó entre Ibagué y viajes ocasionales hacía las tierras de su padre ubicadas en Lérida–Tolima. Junto a sus hermanos y su madre, quien tuviera que convertirse en un roble, luego de que su esposo falleciera a causa de una intoxicación y le dejara a ella el cuidado de sus hijos y con ello, la responsabilidad de educarlos y a la semejanza de su difunto esposo convertirlos en personas de bien.

 

La agricultura era la actividad  a la que se dedicaba Celiar Noreña Chaux, oriundo de San Luis Tolima y quien partió al cielo cuando tenía 48 años y un hogar con siete hijos que apenas empezaban a educar, junto a su esposa Amparo Duque, ama de casa de 37 años de edad. Noreña sin duda dejó un vacío y una huella imborrable en los corazones de su familia, sin embargo la corta edad en la que dejó a sus hijos fue suficiente para dejarles las bases como robles y un don de servicio que se refleja en toda su descendencia.

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Celiar Noreña Chaux y Amparo Duque de Noreña

Foto de archivo

“Todos mis hermanos son profesionales, todos trabajan, somos muy vendedores, educadores y serviciales”, cada uno con sus respectivos hogares a los que Victoria ama y admira profundamente por la esencia de cada uno, y por las cualidades que destaca, espirituales, trabajadores, responsables y el don de servicio que es la mayor heredad que les dejó su padre.

“Desde que inicie mi bachiller sentí aquella pasión que se despertara en mí y me trajera lo que ha sido el camino de mi vida”. Los estudios de la docente y gestora iniciaron en el Liceo Eugenio Pacelli, luego en el Liceo Especial donde terminara su primaria y posteriormente ingresó al Colegio Oficial Santa Teresa de Jesús, donde junto a su hermana Luz Amparo que cursaba unos grados más, alternaban la academia con la participación en la Tuna, actividad que les exigía bastante esfuerzo debido a la calidad vocal e instrumental del grupo.

 

Con el pasar de los años las niñas iban creciendo y a la par, el gusto y el desempeño artístico. Fue esa la causa de que junto a Carmen Alicia y las hermanas Contreras decidieron formar un quinteto al que denominaron El Nuevo Amanecer y se dedicaban a llevar serenatas, eventos y ocasiones especiales del Colegio.

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Gracias al apoyo y la motivación del padre de las Contreras deciden cambiarle el nombre por uno más atractivo y es en ese momento que nace Tierra Caliente, un grupo más sólido y dedicado a la música colombiana. Por su puesto, con mayor exigencia y mejores resultados reflejados en el primer puesto que lograron  en el Festival de Música Andina Colombiana ‘Mono Núñez, el cual es un certamen musical organizado anualmente en Ginebra-Valle del Cauca y, actualmente, es catalogado como  el evento de música andina, bambuco y pasillo colombiano más importante del país y del género en Latinoamérica.

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Familia Noreña Duque

Foto de archivo

Como Totoya la docente, gestora y compositora es conocida esa misma niña, hoy con 54 años de edad, Ibaguereña de corazón pese a los empeños de su padre porque sus hijos nacieran en la Clinica Palermo de la ciudad de Bogotá como un capricho, pero que sin duda lo que denota es el amor y la intención de brindarle a su esposa y a sus hijos los mejores cuidados. 

 

Un cambio drástico, estar acostumbrados a papá, a su presencia, a su cariño y a su autoridad y un día no tenerlo más, marca” Sin duda fue una época complicada que gracias a los esfuerzos de su madre lograron superar, más nunca olvidar. Si bien la situación económica estaba solventada hacía falta tener el soporte y el control del progenitor de la familia. Atendiendo a su orientación en ese momento católica, y tras lo sucedido ella continua dando gracias a Dios por el rumbo de sus vidas, aunque desde hace diez años -inicialmente por curiosidad y el sentir la necesidad de Cristo- se congrega en la Iglesia Vida Victoriosa que para su dicha le hace honor a su nombre y a lo que ha sido su vida.

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Grupo base Tierra Caliente

Foto de archivo

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Una de las presentaciones con el grupo Tierra Caliente

Foto de archivo

Con el regreso de Victoria a Ibagué pasan varias cosas. La primera es que siendo profesional en el área textil decide continuar por una vía diferente, pero en el mismo sendero de la música, del que conoce lo que aprendió en Tierra Caliente y las clases que recibió en su primaria. Guiada por lo que han sido sus dos pasiones en la vida, Noreña ingresa a trabajar en el colegio Nuevo Liceo y desde hace unos 30 años hasta la actualidad se mantiene.

 

Al mismo tiempo, la compositora Ibaguereña seducida por su tía Inés, se integra al coro del Conservatorio del Tolima que le permitió conocer lo que Alberto Reina, su actual esposo, describe como “la mayor bendición de su vida, una mujer virtuosa, tierna y con los sentimientos más puros”. Así, de repente, sin buscarlo ni esperarlo, Victoria se enamoró de Betico  y luego de ocho meses de noviazgo se casaron y desde hace 32 años recibió el sacramento del matrimonio. Por suerte ambos comparten el mismo amor por la música y por los niños, especialmente los que nacieron de su hogar, Julian y Ana Victoria.

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Totoya Noreña, como es conocida en el ámbito artístico, también ha tenido sus propias academias. La primera de ellas fue Tutti Frutti, donde instruía a seis niños, “bastante pilos y de una habilidad tremenda, tanto así que nos ganamos el premio de villancicos del canal RCN”. De ese grupo hizo parte  Melissa Mejía, quien actualmente es corista de Carlos Vives. Luego  de Tutti, nombre que musicalmente hace referencia a conjunto de voces crea Crayola, un grupo caracterizado por la hermandad y la autenticidad.

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Con los dos grupos anteriores Totoya se dio cuenta que los chicos eran pasajeros, ya que luego de que terminaban el colegio se apartaban de las academias, es así como desde hace 15 años creó Guipas, otra academia de ingreso permanente, así como el amor que siente por sus pollitos. “Hoy tengo 40 pero mi anhelo es llegar a 300 ángeles cantando, que creo que lo lograré en dos años, si Dios lo permite”.

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A Victoria le alegran la vida sus dos hijos, Julián y Ana Victoria, Julián ya le regaló dos nietecitos y Ana Victoria de 19 años le hace vibrar el corazón a su madre cada que participa en una competencia, pues a su corta edad es deportista de alto rendimiento y ya pertenece a la selección Bogotá en la disciplina natación subacuática. Otra de las cosas que disfruta Totoya es el telar, hacer murales,  escuchar música colombiana y cristiana, componerle melodías a Dios, una de sus canciones favoritas es: “Dios, Patria y Canción” de su autoría.

A sus 54 años Victoria cree que el único fracaso que ha tenido en su vida y aun considera un sueño por cumplir, es hacerse profesional en la música, pues cuando intentó hacerlo, logró ser aceptada en el Conservatorio del Tolima con el segundo mejor puntaje, pero los síntomas del embarazado de su hija, se lo impidieron.

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Otra época fuerte en la vida de la Totis fue luego del terremoto de Armenia del año 1999 le destrozó la casa y le desató una crisis económica y psicológica que hizo que se le despertara el Vitíligo, una enfermedad hereditaria que consiste en la perdida de la pigmentación en algunas áreas del cuerpo, que a causa del estrés de esa situación se le intensificó. La piel del dálmata, tal como Victoria les explica a los niños es crónica y aunque en algunas ocasiones le molesta no poder tomar el sol aun así no la agobia.

 

Las personas más allegadas a Victoria realmente son varias, entre ellas las compañeras de Tierra Caliente, de acuerdo a lo que comenta una de ellas; Mabel Serna, “Pese a que no compartimos diariamente conservamos esa amistad entrañable, la cual es para mí un privilegio, ella es la hermosura del ser humano, coincidimos en el colegio, donde en ocasiones nos regañaban porque nos reíamos de los chistes de y ocurrencias de ella”. También comparte muy a menudo, con la pastora de su iglesia, con sus hermanas, Luz Amparo, Pilar y toda su familia, pues son muy unidos especialmente en navidades y cumpleaños. Admira a compositores como Leonor Buenaventura, Pedro J Ramos, Jorge Humberto Jiménez, Luis Enrique Aragón y otros cuantos que espera conocer.

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Al ritmo de las melodías, de las guitarras, de la percusión y el  teclado ha llevado su vida, en busca de que la música colombiana  y especialmente la regional no muera, que los niños conozcan la tradición y la cultura tolimense e ibaguereña; que se identifiquen con los bambucos, con la gastronomía, que entiendan que las fiestas no son para una borrachera sino que tienen unas raíces y un sentido. Pretende que la música comercial y sin contenido, no aplaste a los pocos que se inclinan por conservar lo autóctono, por componerle a la ciudad y por cultivar esa visión y sentido de pertenencia.

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Ágil, paciente, alegre y creativa, así se describe a sí misma y tal cual es como la recuerda Andrés Rivera, el vocalista de la banda Bonanza y uno de los pequeñitos que fue estudiante de Totis, como le llama de cariño: “Era muy divertida, recuerdo que nos componía canciones con lo que tuviera a la mano, incluso con nuestros nombres, creo que sus clases influyeron en mi formación musical, puesto que con Guipas fue la primera vez que toque guitarra en público, ella fue mi inspiración y un pilar importante”

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“Tommy es mi bebé”, se refiere a un perro de raza Setter Irlandés que va cumplir tres años, el cual es la compañía más fiel para ella, su esposo y los niños de la academia. Otro de los animales que le gustan a Victoria son los loros, especialmente los Fisher, que le recuerdan la infancia de sus hijos.

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Como cual nota que guía una melodía, Victoria siempre ha tenido su filosofía de vida establecida, mucho más desde que decidió seguir su camino en la religión que ahora profesa. “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él emana la vida”, “todo me es lícito pero no todo me conviene”, “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”  son algunos de los principios que han regido la vida de esta gestora que la enorgullece conocer día a día la palabra de Dios.

 

Luisa Espinoza, otra de las amigas recalca el aporte que le ha hecho Totoya a Ibagué y al Tolima, “la conozco desde primero bachillerato y considero que ha inculcado mucho el amor por la cultura, el folclor y la música de la región”.

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Son muchas las personas que han permitido a Victoria tocar sus corazones, niños, profesores, padres de familia y, precisamente ese cariño que ella siempre intenta ofrecer a los demás, fue el que sintió  en el reconocimiento que le hicieron  en el mes de septiembre del presente año en el Conservatorio del Tolima, a lo cual Totoya opina que se siente bendecida de recoger en vida los frutos de lo que ella ha sembrado. “Soy muy feliz de que los niños me reconozcan como la Totis, ese día me sentí enormemente agradecida escuchando en otras voces las canciones que yo he compuesto”.

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Desde hace un año Victoria dio un paso más, tras dejar de ser ella quien impartía las clases a los niños. Sctualmente dirige a nueve profesores jóvenes y profesionales del Conservatorio del Tolima, pues considera que hay que ceder espacios a personas con estilos frescos y novedosos y también para descansar de su labor. Con la esperanza de seguir multiplicando sus enseñanzas a través del conocimiento que ya ha impartido, Victoria no descarta la posibilidad de que al cabo de algunos años  tenga un administrador y ella se dedique a conocer Colombia, llegar a la Guajira, a Guainía pero, por supuesto, con sus dos pasiones por delante, “llevar a sus niños a cantarles a niños de otros departamentos”.

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